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¿Cómo logramos que el espacio público sea un escenario social en Bogotá y Buenos Aires?

espacio público

La Defensoría del Espacio Público participó de la clase abierta ‘El Espacio Público como escenario social’ impartida por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires.

¿Cómo por medio de aprovechamiento económico del espacio público podemos revitalizarlo?  ¿Cuántos metros cuadrados de entornos debe tener cada habitante de la ciudad? Y ¿Cómo desde la pedagogía estamos construyendo una cultura ciudadana entorno al cuidado de los espacios? Fueron algunas de las preguntas que se resolvieron en este encuentro académico.

Al final de la clase los asistentes les realizaron preguntas a los panelistas y así mismo concluyeron que el espacio público es una construcción colectiva, que no solo depende de las intervenciones físicas que se realicen en él, sino también de cómo las comunidades se apropian, lo cuidan y lo sostienen en el tiempo.

La Defensoría del Espacio Público de Bogotá fue invitada para realizar la clase abierta ‘El Espacio Público como escenario social’, que es impartida por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires.

La directora de la entidad Alejandra Rodríguez Cortés; el subdirector de Administración Inmobiliaria y del Espacio Público Armando Lozano; y el líder de la Escuela de Espacio Público Robert Castillo, se convirtieron en docentes y le enseñaron a estudiantes y ciudadanía en general de las dos ciudades, las diferentes estrategias que se están implementando para cuidar, revitalizar, proteger los entornos y así convertirlos en escenarios sociales para todos.

La primera parte de la clase se basó en los instrumentos de administración del espacio público que se tienen en Bogotá, haciendo énfasis en los Distritos Especiales de Mejoramiento y Organización Sectorial DEMOS, y en Bogotá A Cielo Abierto 2.0.

Los DEMOS es una cooperación con la empresa privada que tiene como objetivo lograr el mejoramiento y la preservación de los espacios públicos a través de un aprovechamiento económico, con características de inclusión sostenibilidad y consciencia. Mientras que Bogotá A Cielo Abierto 2.0 es una iniciativa en donde el sector gastronómico puede extender sus negocios en los espacios públicos y retribuirle ese uso a la ciudad a través de mejoras de los entornos, como instalación de luminarias y cámaras, arreglo de andenes, entre otros.

“En Bogotá tenemos 11 instrumentos de administración de los espacios públicos, pero estos dos se pueden convertir en un ejemplo a seguir. Por el lado de los DEMOS hemos logrado que zonas abandonadas, se transformen en sitios de encuentro para que las personan disfruten con sus familias. Mientras que Bogotá A Cielo Abierto 2.0, pasará de ser una iniciativa para la reactivación económica, a ser una herramienta para la revitalización de los entornos, organización del espacio público y de inclusión social de la población en condición de vulnerabilidad en la cuidad”, manifestó Alejandra Rodríguez, directora del DADEP.

La segunda parte de la clase trató acerca de los índices del espacio público en donde se explicó que en la reglamentación urbanística de Colombia se tiene contemplado que cada habitante de la ciudad debe tener 15 metros cuadrado de espacio público y que desde el DADEP se está trabajando para que esta meta se pueda lograr en 9 años.

Para el cierre de esta jornada académica, desde la Escuela de Espacio Público se explicaron las diferentes estrategias que se han realizado con las comunidades en donde se ha ido construyendo una cultura ciudadana en torno a la protección de los parques, plazas, senderos y alamedas de la ciudad. Con programas como Transforma Tu Entorno, Mi Espacio Mi Bici, Espacio Abierto Iberoamérica, cursos virtuales sobre espacio público y cartillas lúdicas, se ha ido impartiendo pedagogía sobre los entornos en la ciudad.

Al final de la clase los asistentes les realizaron preguntas a los panelistas y así mismo concluyeron que el espacio público es una construcción colectiva, que no solo depende de las intervenciones físicas que se realicen en él, sino también de cómo las comunidades se apropian, lo cuidan y lo sostienen en el tiempo.

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